Si hay algo que puede interrumpir el sueño inesperadamente en las noches de hotel en China, es el teléfono. En los hoteles de las ciudades, chicas y grandes, sobre todo aquellos hoteles de entre 2 y 3 estrellas que parecen ser principalmente utilizados por viajeros de negocios, parece haber consenso en que los huéspedes merecen disponer de servicios para saciar la soledad de sus noches. Es por eso que siempre cuando los hombres creemos que estamos solos en nuestra vacía habitación, es cuando alguien en nuestro hotel, cual ángel de la guarda, está velando por nuestros sentimientos y nuestras posibles necesidades. Gracias a ellos, el teléfono suena a cualquier hora y una joven de voz suave y muy dulce nos pregunta si necesitamos masajes. Ahora, creo que todos llegamos a cierto punto en nuestras vidas en el que sabemos que a menos que estemos en un SPA cinco estrellas en algún paraíso tropical y lo hayamos específicamente solicitado de antemano, masaje no significa dos manos fuertes que trabajan sobre los músculos del cuerpo, sino que buscan masajear otras partes debajo de la cintura por una suma determinada.
Hablando en serio, este es un tema realmente molesto y evidentemente los hoteles están íntimamente conectados con los que controlan la prostitución local, si es que no son ellos mismos los que lo hacen. Lo que me resulta más insólito de todo luego de haber estado en varios hoteles en diferentes ciudades durante mis viajes de trabajo, son las horas a las que esta gente cree que uno usaría dicho servicio. Si bien los llamados son generalmente entre las 22 y las 24 horas, en particular en Beijing me han llamado a las 2am, 4am (lo cual implica cortar el sueño) y la mayor incógnita, a las 7am y a las 9 am. Yo entiendo que crean que uno podría elegir su momento sexual entre las 22 y las 24 horas y/o quizás a las 2am o las 4am, pero de ahí a que piensen que una persona vaya a levantarse a las 7 am y comenzar su día con sexo pago o peor aún, a las 9am rentar un polvito antes de irse a trabajar me parece insólito por no decir ridículo. De veras, ¿quién se levanta a las 7 u 8 am y ordena una prostituta para el desayuno? Si hay alguien que lo hace, por favor dejen el comentario en este blog (anónimo permitido) y me desasnan de esta incógnita. Quizás la mejor anécdota fue cuando recientemente me llamaron una mañana a las 9.10 y todavía no me había levantado cuando suena el teléfono y me despierta esta hermosa voz femenina. Mi chino funciona sólo cuando estoy bien despierto y debido a la hora creía que era el servicio despertador del hotel, el cual estaba previsto para más tarde, a lo que a la oferta de masaje respondo cordialmente entre dormido: “sí, sí, perfecto, perfecto, gracias” en chino. Me levanto, ya que me habían despertado, y a los 15 minutos cuando salía del hotel con mis colegas lo primero que comentan es que los habían despertado para el servicio de señoritas y es cuando instantáneamente me detengo y les digo: ¿servicio de qué?.....Miré para atrás y pensé, qué suerte que la chica no me va a encontrar en el cuarto!
Como si el teléfono fuera poco, todos los días se encargan de tirar la tarjeta debajo de la puerta, promocionando unas jovencitas chinas con un busto que sólo es posible de creer (de una china) luego de haber tomado tres dósis de alucinógenos. Es decir, las chinas tienen muchos dotes pero no ese precisamente. Lo más interesante de estas tarjetas es que aclaran que el servicio incluye factura. Me pregunto si se podrán deducir impuestos a fin de año o la empresa pedirá el recibo para pagar por el servicio solicitado por los empleados? También pueden regocijarse con el chinglish.
Ya a otro nivel, los hoteles de 4 estrellas, especialmente los de ciudades de pequeña escala, donde generalmente son hoteles manejados por el gobierno local, donde se alojan principalmente funcionarios y/o empresarios que son invitados por los gobiernos locales para reuniones con las autoridades, el nivel es más sofisticado. En general estos hoteles, como en el que me tocó parar en la ciudad de宜宾(Yibin), tienen muy cerca, o a veces conectado al mismo hotel, un bar o karaoke con una pasarela en el centro al mejor estilo desfile de modelos y alrededor mesas para sentarse rodeadas por los tradicionales recintos VIP que se encuentran en todos los bares y restaurantes de China. En medio de un clima festivo, música, guirnaldas, anfitrión presentando por micrófono y un batallón de hombres sentados bebiendo, decenas de chicas jovencitas y preciosas desfilan por la pasarela muy sexys y vestidas muy provocativamente, bailando y sonriendo. Todas ellas llevan un cinturón del cual cuelga un número. El número con el cual, desde las mesas, los hombres las podrán identificar para ordenarlas a gusto.
Es en este tipo de lugares dónde he visto por primera vez el lado oscuro de las relaciones de pareja entre los chinos, tema que abordaré en profundidad más adelante en un artículo dedicado. En este bar me encontraba por compromiso junto a uno de mis jefes y tres colegas más, todos casados o con novias. En su noche de escape durante nuestro viaje de negocios me arrastraron allí y con total avidez miraban a las chicas y comenzaban a ordenarlas. La gente encargada del bar nos las traía una a una a nuestro espacio VIP como cual objeto que queremos ver de cerca para saber si comprar o no. Así fueron desfilando mientras todos me incentivaban a elegir con palmadas en la espalda y se alarmaban ante mi repetida negativa. Frustrados por mí y finalmente rindiéndose, uno a uno se fue yendo con su elegida y por algún tiempo mi jefe pensó que la única explicación de no querer eso y tampoco tener novia es que probablemente fuera gay.
Pero ¿cómo hacer entender que uno no necesita pagar por sexo y mucho menos cuando se trata de chicas pobres que no les enseñaron a buscar otra opción y llegan, o son enviadas, de sus pueblos a las ciudades para ser explotadas por los que más tienen? Eso, en mi opinión, no es ni más ni menos que otra forma de abuso.
Es en este tipo de lugares dónde he visto por primera vez el lado oscuro de las relaciones de pareja entre los chinos, tema que abordaré en profundidad más adelante en un artículo dedicado. En este bar me encontraba por compromiso junto a uno de mis jefes y tres colegas más, todos casados o con novias. En su noche de escape durante nuestro viaje de negocios me arrastraron allí y con total avidez miraban a las chicas y comenzaban a ordenarlas. La gente encargada del bar nos las traía una a una a nuestro espacio VIP como cual objeto que queremos ver de cerca para saber si comprar o no. Así fueron desfilando mientras todos me incentivaban a elegir con palmadas en la espalda y se alarmaban ante mi repetida negativa. Frustrados por mí y finalmente rindiéndose, uno a uno se fue yendo con su elegida y por algún tiempo mi jefe pensó que la única explicación de no querer eso y tampoco tener novia es que probablemente fuera gay.
Pero ¿cómo hacer entender que uno no necesita pagar por sexo y mucho menos cuando se trata de chicas pobres que no les enseñaron a buscar otra opción y llegan, o son enviadas, de sus pueblos a las ciudades para ser explotadas por los que más tienen? Eso, en mi opinión, no es ni más ni menos que otra forma de abuso.
Por el momento, me voy a dormir, y seguiré desconectando el teléfono.